jueves, 21 de febrero de 2008

Acerca de los literatos alzados y otros criticastros

En exclusiva para For Her Magazine, presentamos la entrevista que le realizó nuestra avezada reportera Pamela Anderson Lane al controversial Cocodrilo Atrabiliario:

P.A.L: ¿Qué opinas de la crítica literaria?

C.A: ¡Apesta! Digo, no hay nada más subjetivo y, muy frecuentemente mala leche, que un crítico de obra artística. Simplemente son nauseabundas sus pretensiones de superioridad, de fijar un canon de lo que según él es arte y de lo que no es. Ciertamente hay mucha pacotilla que se vende como arte o como cultura. Dentro de esa pacotilla, en mi opinión, ocupan un lugar destacado las aseveraciones de ciertos críticos.

P.A.L: Eso suena muy fuerte.

C.A: ¡Lo es! Simplemente indigna la postura de algunos mentecatos. Y lo peor es que algunos artistas se presten a ese juego perverso, acaso para encumbrarse ellos sobre los personajes a los que atacan con furia iconoclasta. Por ejemplo, el otro día leí una entrevista con un novelista, no voy a decir su nombre, que señaló a Octavio Paz de ser un escritor "muy menor". Muy menor, ¿según qué parámetros? Y acusaba también a García Márquez de ser un mediocre, un escritor de léxico paupérrimo y todavía más escasa imaginación. Puras aseveraciones calumniosas y ni un solo argumento. En suma, una sarta de majaderías como "crítica literaria". Y esa crítica la hizo un autor de cierta fama, sí, pero que no ha alcanzado el reconocimiento que se le tiene a Paz o a García Márquez.

P.A.L: Parece una lucha por la sobrevivencia.

C.A: Una cena de salvajes. Son como ciertos "artistas" que se creen el non plus ultra sólo porque los apoya la mafia seudocultural de su localidad o porque tienen cierto reconocimiento en su rancho, y por eso menosprecian a otros que consideran mucho menos "talentosos". Se les olvida que la estatura de un escritor no se mide respecto del aprendiz, sino del maestro. Me recuerdan lo que dijo Zaratustra, que así como el simio es motivo de risa para el hombre, así el hombre le da risa al superhombre. Parafraseando, diríamos que así como cierta categoría de escritores es motivo de risa para los que se creen escritores auténticos, así estos petimetres serían ridículos para los escritores universales, para los Dante, los Shakespeare, los Flaubert o los García Márquez. ¿Quién se puede dar de veras un entre con estos? ¿Cuál obra de aquellos hay que salvar cuando venga el apocalipsis?

P.A.L: ¿Los premios estatales que se ofrecen son semillero de grandes artistas?

C.A: Mira, yo entré un par de veces a esos certámenes y me quedé en blanco. Realmente no sé cuáles son los criterios con que se premia o si al menos se leen los textos, todos los textos. Se habla de acuerdos previos, de arreglos en lo oscurito, pagos de favores o simplemente de que las autoridades se proponen incentivar la mediocridad. A juzgar por la calidad de lo que en muchas ocasiones se premia, sea en certámenes o becas, yo me quedo pensando que sí, que las autoridades se esfuerzan por fomentar la mediocridad. En verdad, no he encontrado más que unos cuantos casos en que la obra premiada de verdad me parece muy buena. Fuera de eso, uno se pregunta con quién hay que acostarse para que le den premio. Volviendo a tu pregunta, no, los certámenes estatales no son semillero para el gran arte, y yo me he formulado mi propia teoría de la conspiración de que igual y sólo son el intento de un grupete por fijar un canon de lo que debe ser la literatura. Y eso ya sería un verdadero crimen de lesa humanidad. (Risas)

P.A.L: ¿Cómo considerarías tu obra?

C.A: Por lo que te he dicho, y por la mirada con que me ves, has de estar pensando que me creo el gran artista. La verdad es que no me considero tal, sino una especie de artesano competente. Cuando escribo no pienso en crear una nueva escuela literaria o ser el autor de la última gran obra de la literatura universal. Simplemente quiero contar una anécdota de manera sencilla y clara, y que el lector comprenda lo que quiero decir y le agrade. Si lo logro, entonces alcancé el único objetivo que me propuse desde el principio. Yo soy como uno de esos pintores que se ponen en el jardín a hacer sus cuadros. Pueden ser muy bellos, pero no diría uno que hay que ponerlos en el Museo del Prado, ¿verdad? Lo mismo, hay cuentos, como los míos, que son buenos, pero tampoco les vas a dar el premio Nobel o van a quedar como la gran obra maestra de las letras hispanoamericanas. Y así no faltan cretinos que sienten que hacen escuela con su litebasura.

P.A.L: ¿Y entonces, por qué metiste tus cuentos a certámenes oficiales?

C.A: ¡Ajá! ¡Te atrapé, tunante! (Risas). La verdad, los metí por zonzo, pues pretendía que se les hiciera algún comentario, exponerlos a la crítica como quien dice. Me vi exhibicionista y muy, pero muy ingenuo. Por supuesto, jamás recibí comentario alguno. ¿Consideraba ser merecedor de un premio por mi obra literaria? A lo mejor, un poco. Digo, si han premiado bodrios, por qué no iban a premiar, por ejemplo, mi novela "Electra viaja en tren". Por cierto, esa novela la envié a algunos agentes literarios, de los cuales sólo me respondió una agente barcelonesa para decirme que había tenido dictamen favorable. Eso sí, a la fecha no he vuelto a saber nada de ella. Pero en fin, me hizo sentir como los postulados para el Óscar, que no ganan pero deben sentirse muy honrados de que se les haya tomado en cuenta. No puedo decir qué tan objetivo haya sido ese dictamen, pero sí puedo decirte que no se emitió por camaradería.

P.A.L: Bueno, ¿pero qué es una buena obra literaria?

C.A: Ésa es la pregunta más temible. No te puedo responder porque involuntariamente caería en la misma posición que critico, la de "fijar" un canon excluyente de todo lo que no entre en él. Alguna vez le hicieron esa pregunta a un escritor ecuatoriano, y éste respondió que una buena obra literaria es aquella que te cambia la vida. La opinión, que no definición, parece buena, pero es muy subjetiva, rematadamente ingenua, y desde luego, le abre la puerta a la subjetividad de cada quien. Por ejemplo, para este mismo escritor "El código Da Vinci" es una mierda, bueno, hasta "Cien años de soledad" es una mierda. ¿Pero cuántas personas en el mundo sentirán que esas obras les "cambiaron" la vida? Y así, según la docta opinión de ese autor sudamericano, serían grandes obras de la literatura hasta ciertos libros de superación personal. Yo siempre he pensado que la respuesta a tu pregunta sólo la tiene la esfinge, esa esfinge que constituyen las generaciones de los hombres futuros. Lo nuestro sólo son puras invenciones de hormigas.

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