miércoles, 20 de febrero de 2008

Una carta de amor. Entrevista virtual

Sir Ralph Guggenheim entrevistó en exclusiva para su periódico cosmodemónico al autor de Una Carta de Amor, quien pese a su mala fama como agresor de impertinentes accedió muy amablemente a la charla:

S.R.G: Hay una pregunta que inquieta al público que ha leído tu Carta de amor, ¿es una anécdota real?

C.A: Estamos hablando de una suerte de leyenda. Una leyenda urbana erótica, diría. Como toda leyenda, tiene su parte verídica, sucesos que acontecieron alguna vez, hace ya muchos años, cuando era un jovenzuelo universitario, allá en la ahora Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

S.R.G: ¿Existió realmente tu Fermina?

C.A: Sí, sí existió. Era una estudiante a punto de egresar de la escuela de comunicación. Era muy bella.

S.R.G: ¿Se parecía a Greta Garbo?

C.A: Había ciertos elementos en su fisonomía que me recordaban a la Garbo, especialmente a la de la Reina Cristina. La nariz, la mirada melancólica...

S.R.G: ¿Y cómo se llamaba? Queremos saber.

C.A: Y los voy a dejar con las ganas. Sólo les voy a decir que se llamaba Ana Celia, pero jamás revelaré sus apellidos y miren que con eso ya les dije más de lo debido.

S.R.G: ¿Qué fue de ella, la has vuelto a ver?

C.A: Recién que la conocí, de vista, me enteré de que se iba a casar, más o menos como lo cuento en mi Carta, pero cuando se marchó de la escuela, no volví a saber de ella.

S.R.G: ¿Te gustaría saber qué fue de ella, volverla a ver?

C.A: No lo sé, quizá no. Prefiero recordarla como en aquel tiempo. Ya sabes que la realidad mata los ensueños.

S.R.G: En tu cuento tiendes a mostrar el tipo de idealización que se nota en tus palabras, ahora. De hecho, hay detalles en la atmósfera urbana, por ejemplo, que causan cierto desconcierto en algunos lectores.

C.A: Más que mostrar un tipo que idealiza todo, mi intención con respecto a esa idealización de los espacios urbanos potosinos era la de ironizar la realidad. Por ejemplo, la avenida Zapata es sencillamente horrenda, no hay un solo edificio estético. Y ya ves que en mi cuento hablo de palmeras tipo Beverly Hills, y rascacielos radiantes y edificios art déco. Pura ironía.

S.R.G: Volviendo a tu sublime affaire, ¿cómo conociste a tu amada?

C.A: Ese es uno de los detalles que narro más o menos fielmente en la novela. Las acciones sucedieron tal como las describo, los pensamientos del personaje son meramente literarios.

S.R.G: ¿qué otros sucesos son verídicos?

C.A: Por ejemplo, la anécdota del "adiós corazón", la cacería fotográfica, el pleito con la gorda, si bien éste sucedió en otro contexto...

S.R.G: ¿Y la carta?, ¿le escribiste una carta de amor?

C.A: Por supuesto. Ésta misma.

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